Mártires y objeción de la conciencia

«Martirio de san Mauricio», por El Greco

Enrique Benavent, obispo de Tortosa, y presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la CEE ha hecho recientemente unas declaraciones en relación al documento publicado referente a la objeción de conciencia.

Dice el prelado: «Por eso hay mártires de la Iglesia, porque son objetores de conciencia, no se plegaron ante ciertas obligaciones que los poderes les querían imponer, por atentar contra su fe cristiana».

Apoyándonos en el artículo del profesor Danilo Castellano: Objeción de conciencia y pensamiento católico, intentaremos hacer algunas aclaraciones sobre aspectos que pueden resultar problemáticos en las declaraciones del obispo.

Explica Danilo Castellano en su artículo:

«El problema de la objeción de conciencia en la cultura católica se ha impuesto recientemente, en los términos hoy corrientes. Puede decirse que es una consecuencia de la influencia del pensamiento liberal. Las primeras comunidades cristianas, aunque abundantes en ‘objetores’, no conocieron esta cuestión tal y como se plantea en los tiempos modernos: la de los primeros cristianos era, de hecho, objeción de la conciencia, no objeción de conciencia. (…) ‘resistían’ no en nombre de la autonomía moral subjetiva sino en nombre de la ley inscrita en la propia conciencia, en todas las conciencias, y, por tanto, para testimoniar un deber ético. (…) los mártires cristianos desobedecieron ciertamente por decisión propia (…), pero en nombre (…) de Dios, jamás en nombre propio.

Los ‘objetores’ cristianos de los primeros siglos, de hecho, no pretendían que se reconociese su propia opinión o pretensión, cualquier opinión o pretensión, como derecho subjetivo. Rechazaban las pretensiones ilegítimas del Estado (pagano) que, contra la ley moral, pretendía de las conciencias, acciones inmorales en sí».

Las tortuosas declaraciones del obispo en relación con los mártires de los primeros siglos nos dejan a los pies de los caballos.

El subjetivismo que contamina la mentalidad de nuestros eclesiásticos se refleja en la forma de limitar la religión católica, la única verdadera, al marco subjetivo de la fe de cada individuo. Así tergiversan el martirio de los primeros cristianos. Los mártires de los primeros siglos desobedecieron las leyes inicuas porque había que obedecer a Dios antes que a los hombres y no porque dichas leyes atentaran contra su fe cristiana, sino porque atentaban contra la ley de Dios y contra la única religión verdadera.

Belén Perfecto, Margaritas Hispánicas