Semana Santa cofrade

Es el amor a la Virgen Dolorosa es el que me hace empezar por el paso de palio

Palio. Fuente de la imagen: Venerable Hermandad y Cofradía de penitencia de la Sagrada Oración de Ntro. Señor Jesucristo en el Huerto, María Santísima de Gracia y Esperanza Coronada y Beato Marcelo Spínola

Ya está cercana la Semana Santa, la Fe se desborda de los templos para inundar las calles y plazas de toda la Hispanidad. Resuenan las indicaciones del Concilio de Trento en las imágenes, que aún conservan la Tradición que se resiste al inmanentismo de la nueva liturgia y, fuera de alguna estridencia, el arte inunda las calles y las aceras se convierten en reclinatorios para el pequeño pueblo fiel que el Señor preserva.

Ciertamente, cual ofensa altiva de un hombre que se da culto a sí mismo, muchos de nuestros pasos procesionarán entre bares y terrazas, rebajando la representación de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo  a un mero espectáculo de asistencia gratuita a la par que se degusta el tapeo que adorna la mesa, ignorando ayunos y abstinencias, mortificaciones y penitencias.

A pesar de todo ello, nada de esto es óbice para no salir, para no procesionar, pero sí para acabar con esas calles abarrotadas de ocio cuando en realidad debieran ser camino del Gólgota. Con razón decía Jesucristo, cruzando el umbral del tiempo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos…Entonces empezarán a decirles a los montes… Cubridnos; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?». Harto difícil sería encontrar hoy, entre cervezas y vinos, a un Simón de Cirene.

Pero, ¿qué vemos en una procesión? ¿Por qué así y no de otra forma? ¿Qué se lleva a hombros y a Quién? ¿Qué significa?

Aunque la tarea de responder a esas preguntas es compleja, se intentará dar unas pinceladas que arrojen luz sobre esta expresión de la Fe, sin entrar en la historia que alberga: título de la cofradía (Real, Primitiva, Antigua, Devota, Fervorosa, Gremial, Ilustre,…), esparteñas, fajas, guantes, escudo, estandarte, cruz de guía, repostero, banderas, banderín, medalla, insignias, estación de penitencia, bocina, senatus, libro de reglas, ceroferarios, turiferarios, candelería, simpecado, paso de misterio, paso de palio, …

Es el amor a la Virgen Dolorosa es el que me hace empezar por el paso de palio.

Lo primero que podemos observar es que el palio, en señal de respeto va detrás del paso del Señor, en el de la Dolorosa se coloca sobre el paso mismo. Es el altar público, donde a la Señora se le da reconocimiento como Madre, Mediadora y Reina. Palio sostenido por varales y con una peana central que hay sobre la plataforma para colocar a la Virgen (estas piezas, junto a los candelabros, suelen ser de plata). Este elemento se empezó a colocar en la primera mitad del siglo XVII, aunque en un principio se hacía  indistintamente  al Cristo como a la Virgen. Evolucionando desde cuatro varales, pasando por seis, ocho hasta los doce de hoy. A igual evolución ha sido la iluminación de la imagen, con cirios delante y la candelería de cola que se ha ido añadiendo desde comienzos del siglo XX.

El paso de palio nace en Sevilla y el primer documento gráfico de su utilización nos lo da la Hermandad del Silencio en un grabado del año 1611. La primera cofradía en utilizar el palio adosado a un paso fue, según la tradición, la Soledad de San Lorenzo, habiendo constancia por el historiador Bermejo en 1882, que afirma que en 1610, la cofradía estaba costeando el bordado del palio. Como curiosidad, en un primer momento se produjo el debate de si la Virgen era digna de ir bajo Palio, pero la discusión se zanjó pronto en medio del auge inmaculista.

Los bordes del palio que cuelgan hacia abajo son conocidos como bambalinas y pueden finalizar rectas o en puntas. Las bambalinas rectangulares se conocen como rectas o de cajón, y las que terminan en puntas son conocidas como de dentada o de caída.​

Pero todos estos elementos no son más que expresión simbólica de nuestra Fe: los doce varales representan a los doce apóstoles; la candelería nos recuerda el pasaje del Éxodo 3,2: « Allí se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego, que salía de en medio de la zarza. Al ver que la zarza ardía sin consumirse,  Moisés pensó: “Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?”», de este modo, la Virgen María aparece glorificada ante luz salvífica de Dios; las jarras aluden a su condición de Mujer desde los inicios del gótico y que ya se generaliza en el barroco; llegando a convertirse, iconográficamente, las jarras con azucenas, como el  mejor símbolo de su pureza; tanto es así que incluso la presencia de la jarra con azucenas significa la consagración a Ella, y como ejemplo  el campanario de la Giralda de Sevilla o la torre del reloj de la catedral de Lugo.

Pero al palio aún le quedan partes por tratar: la parihuela, los respiraderos y los faldones y el llamador.

María Dolores Rodríguez Godino, Margaritas Hispánicas

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