Fiestas del tiempo de Navidad y Epifanía (V): «el guirria»

Otra costumbre del primer día del año es acercarse hasta Cadenaba, una pequeña aldea distante 2 km, a por «corbatas»

Viajar más de 800 km hacia el norte desde Huesa, en Jaén, nos permitirá comenzar el año en el concejo de Ponga, en las montañas del Principado de Asturias. Es un viaje algo largo en automóvil, pero en su transcurso podremos disfrutar de los paisajes de media España. Quien decidiera acudir en tren tardará menos tiempo, pero pasará por los túneles recién inaugurados que atraviesan el puerto de Pajares. Supuestamente están bien selladas las grietas que una tunerladora, por un «pequeño error» de cálculo, ocasionó perforando medio centenar de acuíferos de la vertiente leonesa de la montaña y causando el que posiblemente es el mayor desastre ecológico de este siglo, todavía sin remedio para la cuenca del Duero, que sigue perdiendo 500.000 litros de agua diarios. Ya en Asturias, a 100 kilómetros de Oviedo y 10 kilómetros del puerto del Pontón se encuentra la parroquia de San Juan de Beleño, lugar donde perviven celebraciones al margen de consideraciones ideológicas emanadas del Ministerio de Igualdad. Confiamos que por muchos años.

Como manda la tradición, cuando llega el primer día del año, aguinalderos a caballo recorren las calles de la villa de Beleño (o San Juan de Beleño) pidiendo aguinaldo a vecinos y forasteros. Estos aguinalderos hacen las veces de cortejo de un personaje con el rostro enmascarado: es el «guirria», que en la mano lleva un palo que utiliza para desplazarse dando grandes saltos. Se lo ha elegido el día de San Silvestre entre los mozos, buscando alguno ágil, simpático y atrevido. Su identidad permanece en secreto hasta el fin de la fiesta. Viste pantalón y camisa azul y rojo o azul y amarillo y, además de la máscara de tela, cubre su cabeza con un gorro cónico. Lleva un saco con ceniza para echársela a aquellas mujeres que no permitan que las salude. «El guirria» puede aparecer en cualquier momento. Además está autorizado a entrar en las casas a saludar a las mujeres que allí moren.

Antes, también la víspera de Año Nuevo, se hacía un sorteo para formar parejas entre los solteros y las solteras de la localidad. El chico tenía que hacer un regalo a la chica que le había caído en suerte, y ella debía invitarlo a merendar al día siguiente. Por todas estas características, se ha dicho que esta fiesta era un momento propicio para que surgieran nuevos matrimonios.

Otra costumbre del primer día del año es acercarse hasta Cadenaba, una pequeña aldea distante 2 km, a por «corbatas», que es como llaman a las castañas. Durante el recorrido de ida y vuelta se cantan villancicos que solían terminar con un estribillo «nosotros con Dios quedamos hasta el año venidero». A continuación, y ya de regreso en Beleño, se entregaban los regalos de vino, comida y dinero, dándose por concluida la jornada festiva.

Ana Herrero, Margaritas Hispánicas

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