Democracia y usura: más sobre el declive económico de España

LA COMBINACIÓN ENTRE DEMOCRACIA LIBERAL Y USURA GLOBAL ES LA BOMBA DE RELOJERÍA PERFECTA PARA LA RUINA DE LAS SOCIEDADES

EFE

Recientemente, la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha publicado su informe de proyecciones económicas de largo plazo para diversas naciones. En el caso de España, el augurio es especialmente preocupante, a la par que esperable para cualquiera que analice con un mínimo sentido crítico, aun sin ser iniciado en la cuestión, la deriva de la economía española.

Que no hay trabajadores en activo suficientes para financiar el incremento de la carga financiera en forma de pensiones (recordemos que la generación del denominado «baby boom» se empezará a jubilar a lo largo de esta década), no es algo que requiera de un estudio muy sesudo. Basta disponer de un puñado de datos elementales y no tergiversados, para comprender que, o bien se acomete una rebaja drástica de las prestaciones del llamado «Estado del Bienestar», o bien se condena a la economía al creciente recurso a la usura internacional; en paralelo, se seguirá intentando reducir «artificialmente» el número de beneficiarios de prestaciones, como ya se hizo en 2020.

Además, el recurso a la usura no es suficiente. El usurero a gran escala, que nunca pierde, quiere garantías de solvencia para el prestatario. Esas garantías consisten, ni más ni menos, que en la suficiencia presupuestaria. Y recordemos, también, que al usurero le preocupa poco si la solvencia se consigue incrementando ingresos o dejando sin comer a las familias: quiere garantías. Punto.

Por ello, y puesto que nadie está por la labor de reducir gasto superfluo, tampoco es sorprendente que la OCDE nos augure una buena temporada (más) de subida generalizada de impuestos, combinada con un declive en el alcance y calidad de los servicios prestados por el Estado.

Por otro lado, la OCDE habla de tasas raquíticas de crecimiento económico en España durante la presente década. Pero eso, si me apuran, es lo de menos. El crecimiento del PIB no es indicativo si ese PIB no permite una vida decorosa a quienes participan de él. Cuestión que no está ni mucho menos garantizada, por cuanto cada vez será necesario menor volumen de mano de obra para producir el mismo PIB. Ya no importa producir mucho, sino producir rentablemente. Tampoco existe ya ningún bloque comunista amenazante que justifique elevar el nivel de vida al otro lado de un muro, para disuadir a potenciales disidentes.

Luego, el crecimiento del poder adquisitivo, simplemente, y a diferencia de los «felices» años 60-70 del pasado siglo, ya no es necesario. Eso implica dejar a su suerte la evolución de los salarios reales (extremo que llevamos sufriendo ya dos décadas), y por ende, la subsistencia de  masas sociales, abocadas a la ociosidad subvencionada.

Pero ya se sabe: dineros son amores, y no buenas razones. La política seguirá comprando votos con caudales públicos, que a su vez implicarán la hipoteca eterna de las naciones a la usura internacional. La combinación entre democracia liberal y usura global es la bomba de relojería perfecta para la ruina de las sociedades.

Gonzalo J. Cabrera, Círculo Cultural Alberto Ruiz de Galarreta (Valencia).

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