En diciembre de 1813, Morelos inició su declive militar cuando intentó tomar Valladolid, pero fue derrotado por el entonces coronel Agustín de Iturbide. Adicionalmente Morelos fue vencido en enero de 1814 en la batalla de Puruarán y en febrero de 1814 en la batalla de Tlacotepec. Las disensiones entre sus seguidores y el ajusticiamiento de sus principales subordinados fue debilitando gradualmente la fuerza de los rebeldes hasta que, en noviembre de 1815, Morelos fue capturado en Tezmalaca lo que le llevó a ser juzgado y fusilado a finales de dicho año en el poblado de Ecatepec. Dicha ejecución significó prácticamente la pacificación de la Nueva España hasta 1821.
A diferencia de Hidalgo, Morelos no sólo encabezó una revuelta incontrolada y violenta de las masas exaltadas; sino que tuvo un propósito político más claro que impulsó algunas de las primeras expresiones del constitucionalismo que los rebeldes deseaban tuviesen vigencia en la proyectada nueva nación mexicana separada de España. En septiembre de 1813, Morelos inauguró el Congreso de Chilpancingo en donde se presentó el documento denominado Sentimientos de la Nación en el cual, aun cuando se mantenía al catolicismo como la única religión que se toleraría en el territorio, se establecían doctrinas derivadas de las filosofías iluministas como la soberanía popular, la división de poderes y la primordial del papel del Congreso Nacional en el gobierno. También la prohibición de otorgar empleos a los españoles nacidos en la península ibérica, lo cual implicaba la continuidad con el fanatismo hispanófobo del movimiento encabezado por Hidalgo, cuyo grito de guerra era «¡Mueran los gachupines!». En octubre de 1814, Morelos proclamó la llamada Constitución de Apatzingán, inspirada en la liberal Constitución de Cádiz de 1812 y que, además de incluir los principio señalados en los Sentimientos de la Nación, fortaleció las tendencias anti tradicionales en el movimiento separatista.
José María Morelos, aun sin que se le nieguen ciertas cualidades como estratega militar y haya sido relativamente menos cruel que Miguel Hidalgo, continuó alimentando en la mentalidad popular el sentimiento anti-hispánico que, derivado de la Leyenda Negra, impulsó el separatismo novohispano. Aunado a ello, otro elemento del legado de Morelos fue el conjunto de principios filosóficos de la modernidad constitucionalista plasmados en sus proyectos legislativos de 1813 y 1814, que provocaron la ruptura con el orden monárquico tradicional y la gradual imposición de la idea de la soberanía popular como fundamento del nuevo orden político. Estas ideas fueron retomadas por quienes, años más tarde, hicieron efectiva la separación de la Nueva España con respecto de la Monarquía de Fernando VII.
Dr. Austreberto Martínez Villegas, Circulo Tradicionalista Celedonio de Jarauta