Crónica de la Posada carlista mejicana

Algunos de los asistentes a la Posada. Agencia FARO

El pasado miércoles 22 de diciembre, el Círculo Tradicionalista Celedonio de Ja­rauta capitalino celebró su tradicional posada decembrina, tradición cuyos orí­genes se remontan a 1587 con la evangelización de las tierras mejicanas y la sustitución del demoníaco culto azteca a Huitzilopochtli en la fiestas durante el llamado Panquetza­liztli.

Todo comenzó una hora después de Vísperas, al asomar la noche, con el inicio del Santo Rosario dirigido por el R. P. Javier Ruíz Velasco por las calles aledañas de la colo­nia Popotla, allí se encuentra la plaza donde se ha inventado recientemente el «árbol de la noche victoriosa». Esta procesión representa según la Tradición, la travesía hecha por la Sagrada Familia sobre las tierras de Galilea desde Nazareth, buscando un lugar donde pasar la noche, llegando hasta Belén, localidad en que, a la postre, nacería el hijo de Dios. Con ni­ños disfrazados de San José, la Virgen María y el Ángel de Belén y encabezando la pro­cesión la Cruz del Requeté y las banderas con las Cruces de San Andrés, se iban entonando en latín las letanías a la Santísima Virgen.

Varios niños asistentes a la procesión

Una vez terminada la novena de la posada, siguieron los cánticos con luces de ben­gala y velitas. Ya dentro de la casa que representa la gruta de Belén, el correligionario Alexander G. Becker pronunció un emotivo discurso recordando que la Tradición no se reduce a lo propiamente religioso, sino que incluye también la preservación y búsqueda de la restauración de la Tradi­ción política. Al finalizarse entonó el Oriamendi.

Antes de la cena de hermandad, los niños disfrutaron rompiendo la tradicional piñata, que es una artesanía hecha de barro y papel periódico adornada con otros papeles maché de colores, simbolizando así los placeres efímeros del mundo. También consta de siete picos que se refieren a los siete pecados capitales. El palo usado para romperla representa la gracia divina para vencerlos. Los dulces y cacahuates dentro de la piñata son los dones divinos que salen al romperse con los ojos vendados, expresando así que Dios nos ayuda aunque sea invisible para los senti­dos corpóreos.

Después de varias piñatas rotas y de la cena hubo una convivencia de hermandad.

Quiera Dios darnos la perseverancia para defender a nuestros fueros y tradiciones cristianas como uno de los principios para la unidad católica, y prepare en esta Navidad a nuestras almas para ser requetés cristeros al servicio del Inmaculado Corazón de María.

Cabecera de la procesión de la Posada carlista mejicana

Agencia Faro, Méjico.