Pulse aquí para leer la primera parte de este artículo.
La Falange Socialista Boliviana tenía una visión más o menos ecléctica de la historia de Bolivia, puesto que a pesar de resaltar cierto nacionalismo que legitima a la república fundada en principios liberales, reconocía la grandeza del pasado virreinal. Esto es lo que se afirma en el libro falangista Hacia la revolución integral: «Nuestra historia está constituida por un pasado incaico lleno de grandeza, una etapa colonial brillante, un ciclo republicano de progreso lento y mediocre, y un presente vergonzoso y desesperante».
Fuera del término equívoco «colonial», esta declaración sobre la historia de Bolivia no se aparta del todo de la realidad, porque es cierto que el desorden se profundizó con la creación del nuevo Estado. Por ejemplo, en 1839, el diplomático José María Linares, mucho antes de ser presidente de este país, lamentaba el desorden republicano: «Todos los días se mudan gobiernos como paños calientes; así es que no hay garantía, no hay seguridad».
De hecho, el libro falangista citado continúa: «Nuestra vida republicana está llena de tragedias inconcebibles y de ambiciones caudillistas sin sentido de responsabilidad patriótica». Además, asegura que el servilismo impuesto en el país se debe a intereses extranjeros que se condensaron en el liberalismo, «corruptor de la conciencia humana». También sostiene que el comunismo tiene como fin destruir «los valores del espíritu, de la moral, de la patria y de la religión»; nada muy lejos de la realidad en cierto sentido.
No obstante, al igual que el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), la falange concibe a la derrota boliviana tras la Guerra del Chaco como un fenómeno que impactó duramente a la nación y que justifica un cambio en la filosofía política. Puntualmente, frente una «estructura semifeudal de la burguesía», FSB opone la necesidad de adherirse a ideologías adaptándolas al contexto nacional.
En este sentido, que la falange se presenta «con ideas socialistas, nacionalistas y cristianas que proponen un nuevo sentido democrático». Desde ya, esto refuerza la idea de una Tercera Posición que practica la síntesis ideológica: tomar algo de aquí, de por allá y de por acullá.
Falange proponía cambiar a la sociedad boliviana tomando como fundamento la filosofía cristiana —como ya vimos, cierto tomismo heterodoxo— y la «democracia orgánica» —concepto usualmente asociado al franquismo. La falange boliviana se considera portadora de una «doctrina filosófica de orientación política nacionalista y revolucionaria». Queda con esto confirmado que el falangismo competía con el MNR por ver quién de los dos era verdaderamente paladín del nacionalismo o de la revolución y quién era el impostor. ¡Menuda contienda!
Eso sí, probablemente la falange no se equivoca cuando señala que el MNR «nacionalizó las minas por propaganda y para beneficiar al superestado minero». De hecho, así lo reconoce Carlos Mesa en el libro Historia de Bolivia cuando habla del tema: «A estas condiciones desventajosas se sumó el famoso y demagógico “cambio de razón social”, mediante el cual se pagó beneficios sociales a todos los obreros de las minas nacionalizadas v luego se los volvió a contratar, lo que significó una erogación excesiva de dinero creándose además inflación».
E. Zúñiga, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista.