26-J: otra oportunidad perdida

Manifestación en Madrid de grupos provida. Cézaro De Luca - Europa Press

La capacidad que tienen los movimientos provida para convocar a grandes masas de gente es digna de elogio. Tan es así, que esas manifestaciones y actos que convocan, bien encauzados, podrían provocar un verdadero cambio en el orden social y político. Se presume que la manifestación de este 26-J en Madrid reunirá a miles y miles de personas, en un acontecimiento que han convocado conjuntamente las principales asociaciones provida. De este modo, es lógico pensar que actos como este, con tanta representación popular, podrían causar un terremoto político que obligara a un cambio de leyes. El problema es que si esta manifestación, como tantos actos de estos movimientos, no provoca ningún cambio, es porque adolecen de una correcta dirección y unas armas adecuadas para esta lucha. Veamos los argumentos más frecuentes entre estas asociaciones para acudir a la marcha provida y condenar el aborto:

En primer lugar y quizá el mayor problema de estos movimientos provida es que todos aceptan las reglas del juego de la democracia liberal. Con esto no quiero decir que haya que recurrir a medios violentos para solucionar el aborto, sino que, si se aceptan los principios ideológicos que sustentan la democracia actual, en especial el principio de la soberanía popular tal como se entiende, no hay argumentos válidos para posicionarse contra el aborto. La soberanía popular reconocida en nuestra Constitución se concibe como el derecho del Pueblo a decidir lo que él desee, sin ninguna instancia superior que limite su poder: el Pueblo es soberano. Como magistralmente explica Á. d’Ors: «Resulta interesante observar cómo algunos católicos (…) llegan a hablar de “soberanía popular”, pero luego, cuando el Pueblo hace uso de esa soberanía, por ejemplo, aprobando una ley contra el derecho natural, se indignan, sin darse cuenta de que ese abuso deriva de las premisas que ellos mismos empezaron por admitir. Así ha ocurrido en España con los que habían censurado a cuantos, como yo, habíamos declarado la incompatibilidad de la “soberanía popular” con la ortodoxia católica, y luego se indignaron con la aprobación de varias leyes contra el derecho natural…»

Otro argumento frecuente es la pretensión de que el aborto atenta contra el derecho a la vida. Vana pretensión atacar el aborto empleando el recurso de los derechos humanos. El problema no está en apelar al Derecho para defenderse, sino en acudir a la ideología concreta de los derechos humanos. Estos derechos abstractos son fruto del pensamiento racionalista moderno, y se basan en una noción de la dignidad humana entendida como simple autodominio, que fundamentaría unos derechos inalienables. Así, el derecho no se fundamenta en el orden natural, sino en la libertad de cada sujeto para autoconfigurarse como desee. Pero con esta concepción del Derecho, nada impide que una madre asesine a su hijo en el vientre materno…

Póster de la manifestación 26-J

Otro argumento relacionado: el aborto atenta contra la dignidad humana. El problema está en qué entendemos por «dignidad humana» y qué importancia le demos. ¿La dignidad humana se emplea en un sentido unívoco? ¿Tenemos todos los humanos la misma dignidad? ¿Hay distintos grados de dignidad? Lo cierto es que es importante responder a estas preguntas para entender lo que es la dignidad. Entre los provida, se acepta la noción de dignidad que fundamenta a los derechos humanos: dignidad como autodominio. La dignidad humana sería así la libertad que tengo para autoconfigurarme como desee.

Por último, uno de los motivos de esta manifestación concreta es rechazar la limitación del derecho a la objeción de conciencia de la nueva ley. Otro bendito problema: la objeción de conciencia. Aquí habría que distinguir, como hace la Iglesia, entre la libertad de conciencia y la libertad de la conciencia. La objeción de conciencia se fundamenta en la libertad que tiene cada individuo de decidir según su conciencia (esté deformada o no), sin necesidad de apelar a una ley superior (ley natural, ley divina…) que dicte lo que está bien. Pero esa no es la libertad de la conciencia, que está estrechamente ligada con la ley de Dios, porque es la manera que tiene cada uno de conocer la verdadera ley moral.

En definitiva, el combate de las asociaciones provida es un combate honorable, lleno de buenas intenciones; pero, por desgracia, es prácticamente estéril: no pueden pretender un cambio si emplean unas armas viciadas desde el inicio. Esta convocatoria es, en el fondo, otra oportunidad perdida para ofrecer una verdadera resistencia frente al aborto. Es preciso repensar los medios que se están empleando para esta batalla y darles un verdadero fundamento, libre de contaminaciones ideológicas que solo ponen trabas en esta lucha contra el crimen del aborto.

Javier C. Díaz Perfecto, Navarra