Panamá lleva casi más de una semana en una situación de constante protesta por el alto costo de la vida en el país, particularmente por el alza del combustible, suscitado por la situación geopolítica actual a nivel mundial, y por los costos de medicamentos, así como productos esenciales que se incluyen en la canasta básica, necesario para las vidas de tantos panameños que trabajan incesantemente con la esperanza de proveer para sus hogares.
Las manifestaciones han mostrado el descontento de la población con el gobierno actual, que cuyas bases se cimientan en la crisis heredada de la administración anterior a la actual, pero sobre todo en los chocantes efectos de la pandemia de coronavirus, que llegó a nuestro país en 2020, y las medidas de contención del virus, algunas considerablemente desmedidas, que causaron una fuerte caída en la tasa de ocupación y afectaron gravemente el día a día de los panameños.
Sin embargo, se puede observar que el descontento social es aprovechado por colectivos con intenciones sediciosas, que han aprovechado la situación de crisis y necesidad de nuestra gente para desestabilizar nuestro país, de un modo que no beneficiará a los panameños. Particularmente agitados están colectivos de extrema izquierda, que se han tomado las calles.
También, al haber sido invitada la jerarquía eclesiástica, encabezada por el arzobispo José Domingo Ulloa a mediar y arbitrar la mesa de diálogo, cabe preocuparse porque no es la primera instancia en que el clero parece apartarse de sus labores pastorales, para realizar funciones de servidores públicos que no le corresponden directamente, pero ante todo, por la posible presencia ideólogos detrás de los manifestantes, que busquen manipular los diálogos invocando a conveniencia la doctrina social de la Iglesia.
Sólo el tiempo dirá cuando las mesas de diálogo lleguen a un acuerdo, pero lo cierto es que mientras continúen los cierres de calles y la agitación social, el panameño de a pie sufrirá aún más, dado que además del costo de la vida, por el que se han convocado a estas manifestaciones, los cierres de las vías de tránsito dificultan al trabajador a llegar de su hogar a su puesto de trabajo, al accidentado a llegar a una sala de emergencia de un hospital, y obstaculizará el abastecimiento de alimentos, medicamentos y agua potable en distintos puntos del país.
Si bien a ojos humanos parece difícil que se llegue a un acuerdo justo entre el gobierno y los manifestantes, dado el grado de corrupción política, los ánimos caldeados, y los conflictos de intereses presentes, nos encomendamos a la Virgen de la Antigua, patrona del istmo de Panamá, para que no nos desampare en estos tiempos tensos que sufre el pueblo panameño.
Círculo Tradicionalista Nuestra Señora de La Asunción de Panamá