Sobre esta piedra disolveré tu patria

Los Estados modernos en suelo hispánico están hermanados por un mismo odio

Gustavo Petro con el Jefe del Estado español. EFE

Me devanaba los sesos, pensando qué barrabasada de Gustavo Petro escoger. Pero son tantas y tan igualadas que no parece posible decidirse. Y lo interesante está en el conjunto.

El presidente de Colombia fue recibido con los máximos honores en España, donde espumajeó los peores insultos contra nuestros antepasados comunes: los de aquí y los de allá, peninsulares y ultramarinos. Al ver el cariz de su piedad, no es de extrañar que los colombianos tiemblen al sufrirlo de presidente.

Igual que tampoco sorprende que, pese a eso, sea condecorado por las autoridades del régimen del 78. Habrá quien se pregunte por qué, y un motivo es que comparten el blanco de sus impiedades.

Los Estados modernos en suelo hispánico están hermanados por un mismo odio. Ese odio se enfrenta a la unión por la filiación común que tenía la Monarquía católica, y que mantienen aún nuestros pueblos.

Al repasar las historiografías triunfantes en esos Estados nuevos, nos percatamos de su resentimiento compartido. El credo liberal en la Península condena el Antiguo régimen, abraza el cliché del oscurantismo, atribuyéndolo a cuanto quiere vilipendiar. Además de esto, el credo liberal en las Américas pone el origen de todos los males que apetezca en un exterior postizo, que inventa y sitúa en la Península. Dos concreciones de la misma leyenda negra.

El enemigo a batir es el mismo: el régimen cristiano que fueron esos países, su constitución real, su modo de ser, su fundación. Y cualquier posibilidad de su restauración. Eso es lo que Petro ataca, en eso el usurpador Felipe y Pedro Sánchez le secundan.

No se nos escapa que estos Estados nuevos que sufrimos comparten también un sometimiento común. En sus relatos ideológicos dibujan molinos en un remoto pasado, pero jamás combaten los enemigos reales de nuestro tiempo.

La Monarquía católica fue, desgraciadamente, desmembrada por el imperio anglosajón, a quien se debe la fundación de los Estados modernos en la Hispanidad. Desde entonces hasta hoy, las Españas americanas están sometidas a los anglosajones por la directa mano estadounidense.

La Península, por su parte, fue sojuzgada por una vía más directa al Reino Unido, y además de ésta hoy suma la vía europea, títere yanqui.

Petro ladra mucho, igual que Sánchez, porque le dejan sus amos. Dice el refrán perro ladrador, poco mordedor. Y estos canes no muerden la mano que les da de comer, nunca lo harán.

Vomitar contra invenciones históricas no hace daño al Tío Sam, ni al nuevo monigote inglés. En cambio, profundiza la destrucción del tejido comunitario de las patrias hispánicas: sus familias, sus municipios y lugares, sus comarcas y gentes.

Esa utilidad disolvente siempre le valió bien al anglosajón regarla con generosidad.

Roberto Moreno, Círculo Cultural Antonio Molle Lazo de Madrid.

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