Ya se han comentado en este medio los cambios en los cargos de ministros en el actual gobierno que, según lo visto, se darán con cierta frecuencia. En esta oportunidad presenciamos la salida de quien en su momento parecía inamovible, la exministra de minas y energía Irene Vélez. Hablamos de la misma ministra que fue constantemente cuestionada durante su tiempo desempeñando el cargo, primero, por ser filósofa y no tener preparación técnica relacionada con las materias de las que se ocupa el ministerio, después, por sus comentarios desatinados y contradictorios respecto de los de otros ministros y, en ocasiones, de los del propio presidente. A pesar de lo anterior, Irene Vélez no salió del gobierno en la pasada purga de ministros, razón por la cual es tan sorpresivo que finalmente haya sucedido.
El catalizador de su salida fue el reciente escándalo sobre el sospechoso contrato de su marido de origen neerlandés Sjoerd van Grootheest, cosa que, sin dejar de ser motivo de indignación, no debería ser a esta altura sorprendente, pues los señalamientos de nepotismo en la contratación pública han sido la norma en este gobierno. Por supuesto, si hablamos de catalizador y no propiamente de motivo es porque este hecho no pudo ser sino la gota que desbordó el vaso que previamente había sido llenado por los cuestionamientos ya descritos.
A continuación, Petro intentó matizar la salida de la señora Vélez alegando que fue propiamente una decisión de ella y no una medida tomada por la presión del escándalo. Esto de manera tal que parecía que el presidente estaba replicando a los comentarios de los opinadores particulares que suelen cuestionarlo vía Twitter, red social en la que suele gastar una porción de tiempo preocupante, tal y como ya hemos señalado en el pasado. Esta actitud debe ser motivo de reflexión para todos, porque deja ver cómo el actual presidente actúa de la misma manera que cuando se encontraba en oposición: responde vía redes sociales a las provocaciones de opinadores de las más variadas cifras de seguidores, replica con desesperación y suma rapidez a todo cuestionamiento hecho por la prensa y los políticos de derecha y, al mismo tiempo, como si no se sintiera suficientemente validado por su victoria en las pasadas elecciones, sigue buscando pruebas de un supuesto apoyo del pueblo, al que suele referirse como los nadies, en su cruzada contra un establishment del que no parece ser consciente es parte.
AGENCIA FARO, Colombia. E. Jiménez
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