Sábado 24 de febrero
«La Luz»/ Tranquera Blanca
El sábado comienza con unos cabalgantes descansados y alegres, luego de los juegos y la guitarreada nocturna. Alguno puede ser que haya conocido a una señorita o que haya vuelto a ver su novia, por lo que el ánimo está bien alto.
Finalizada la Santa Misa, durante la que nuestro capellán nos invitó sin tapujos a cumplir con nuestras vocaciones a fin de construir el bien común, tres conferencistas nos siguieron desasnando sobre nuestro rol en la comunidad política y en su fin último.
Luego de almorzar un plato bien sabroso, obra de Juan Segundo, se duerme una pequeña siesta y se ensilla nuevamente.
La ensillada lleva tiempo ya que algunos caballos se fueron al monte y cuesta encontrarlos.
Finalmente, salimos cerca de las cinco de la tarde. Algunos caballos ya acusan la exigencia de los días de cabalgata, sobaqueados en las axilas por las cinchas. Animales nobles si los hay, los equinos siguen cargando a sus caballeros con entrega total.
El tramo se hace agradable. Ya no domina la ansiedad por llegar, sino que los cabalgantes disfrutan la belleza pampeana con mayor profundidad.
Llegado el atardecer, nuestro querido Mercedes Benz realiza su tradicional desfile frente a los cabalgantes, que lo vitorean al son de su motor ronco.
Leída la ordenanza y hechas las reflexiones por nuestro jefe, avanzamos en silencio mientras desandamos las cuentas de nuestros rosarios.
La última salve es rezada a grito pelado y al galope tendido.
Finalmente, llegamos a la Tranquera, donde el momento de las reflexiones copa la noche pampeana. Todos los cabalgantes avanzan al centro de la ronda y leen sus ideas. El Tío Juan, encargado de agradecimientos, cumple con su tarea a la perfección, dando muestra de gratitud a todos los cabalgantes.
La noche se cierra con los «Presentes» en honor a aquellos que ya han partido.
Patricio Laxague
Deje el primer comentario